martes, 21 de octubre de 2008

Subestimada Codicia

Soy una mala persona. Y esta vez está confirmado. No importa lo que haya dicho, esta vez si me directo al palacio de Hades.Y me voy al infierno porque no tengo miedo de decir que me gusta el dinero. Me gusta mucho. Aunque claramente existen cosas más importantes que el dinero...como lo que se puede lograr con él. Recorrer el mundo, una casa enorme, llegar a fin de mes como quien llega a la playa y un par de Manolo Blahnik...o unos cuantos pares. Todo eso me importa. Y lo admito. Nada de una linda casita con unos hermosos hijos y un buen marido que me quiera mucho. Dinero. Y sé que no podría sonar más frívolo de mi parte, despues de todo, en un mundo como este, ¿Quién piensa en frivolidades? ¡Pero si basta con decir que "hay cosas más importantes" para poder vivir! ¡Pero si dice en las sagradas escrituras que Dios proveerá! ¡Pero si el famoso dicho "Poderoso Caballero es Don Dinero" es una mera campaña publicitaria del sistema capitalista!
Ya lo dije,y lo asumo: Iré al infierno por mi codicia, no por hipocresía. La hipocresía no es un pecado capital. Si así fuera, el inframundo tendría una sobrepoblación que ya se quisiera China. Ninguna cultura se escapa, pero por alguna razón, pareciera ser de mal gusto admitir que prefiero llenarme los bolsillos a vivir con el amor de mi vida. En África las mujeres son cambiadas por vacas y a nadie le parece terrible. En América digo que prefiero tener unos Manolo's a tener hijos y ya soy el anticristo. Eso es muy civilizado de nuestra parte, en verdad que sí.
Ahora, es posible que un alma comprensiva culpe a la sociedad en la que vivo, a los tiempos modernos en los que me crié y a la competitividad y falta de afecto el hecho de que la cuenta bancaria me resulte más importante que mi futura familia. Y tendria razón. Si todavia anduvieramos por la vida cazando mamiferos pequeños para alimentarnos en cavernas, de seguro no tendría este problema. Eso es culpa de la evolución, nada que hacer. Pero no creo que las carencias afectivas sean la causa de mi pecado capital predilecto (Junto con la soberbia). Recibí mucho amor de mi familia, gracias. Ahora quiero recibir dinero de mi trabajo. Me dieron cariño, yo quiero darme lujos. Me parece justo.
Si el deseo de poseer riquezas materiales es la motivación para trabajar, para esforzarse y avanzar, no me parece que padecer eternamente sea un buen final. Si a punta de codicia tendremos los mejores doctores, los abogados más inquisidores y los profesores mejor preparados, bienvenido sea. Si el afán de gloria y dinero son la motivación para lograr que sólo los mejores y más preparados de cada área se desarrollen en ella, por mí está bien. Porque si mañana descubro que tengo cancer me importará un soberano pepino si quién me está tratando tiene más interés en jugar golf que tener familia.
Lógicamente, esto no quiere decir que sólo las personas ABC1 tengan derecho a la salud o a al educación. Me refiero a que es bastante innecesario mostrarse horrorizado si alguien asegura que su prioridad es el dinero antes que el amor. Después de todo, ser codiosos no significa que con nuestro dinero compraremos tu felicidad y te cobraremos intereses por ella. Sólo que si tengo que elegir entre el amor de mi vida, una familia feliz y un perro en el patio o recorrer el mundo armada con las mejores cámaras fotográficas, unos Manolo's en mi poder y un ropero inmenso esperándome en casa (con piscina, obviamente) la opción escogida de seguro tendrá muy, muy poco calor de hogar.

No hay comentarios: